RESEÑAS
 
Miguelito Miguel Tortilletti, el Rey del Choripán, se enfrenta a Eliseo Grande, presidente del Sindicato de choripaneros. Como en una disparatada película clase B, se suceden escenas de acción, de sexo y de comicidad en una Argentina corrupta pero no exenta de acciones heroicas individuales. Una novela extraña, diferente, muy divertida y original (…) La novela ridiculiza varios géneros literarios y cinematográficos: la ciencia ficción, el policial, el cine de acción y el romántico. Todo lo que ocurre en Choripán social es muy visual, muy espectacular.
 
Adriana Santa Cruz. Leedor.com
 
Choripán social de Sebastián Pandolfelli es otra muestra de las maneras de la ficción para narrar el peronismo (…) tiene algo de los arrebatos de violencia expresionista de las pelis de Quentin Tarantino y también abreva, como casi todos estos nuevos narradores, en los personajes del programa televisivo Peter Capusotto y sus videos. El realismo delirante (también practicado por Alberto Laiseca, del cual Pandolfelli es discípulo), funciona como un compuesto químico que se esparce entre los personajes modificando sus conductas hasta convertirlos en acróbatas de la commedia dell’Arte. Se muñequizan a tal punto que empiezan a moverse como personajes de un comic inverosímil, pero de gran eficacia humorística. Saltan a escena como empujados desde bambalinas hacia el proscenio de un burlesque, donde oscilan a punto de caerse, clowns programados con data peronista, chiflados de corrupción, sexo, choripanes y morcillas (no podía faltar el gremio de la carne tratándose de peronismo), son funcionales a un poder omnívoro e insaciable.
 
Rodolfo Edwards – Con el bombo y la palabra.
 
Imaginen a Hugo Moyano aliándose con el rey de la soja para alcanzar sus aspiraciones presidenciales. Aunque de esto no se trata Choripán social, pega en el palo (…) Pero el argumento es un pretexto para hablar del poder que ha regido a la Argentina en el último tiempo: el peronismo. Y para ello se vale de las claves del movimiento: el sindicalismo, la unidad básica, las pugnas intestinas de sus líderes por el poder. Y cuando todo indica que el relato se desmadrará, el autor sujeta las riendas de la narración y cierra con un mensaje apocalíptico: Argentina es un país que siempre se estará reconstruyendo y eso no tiene remedio, como tampoco el peronismo.
Una parodia que, en muchos momentos, huye hacia el delirio: hacia una tradición que bien podría colocar al autor del lado de autores como Copi o Ricardo Strafacce.
 
Gonzalo Leon. Suplemento Cultura. Diario Perfil